Responsabilidad del modelo biomédico en el malestar de los profesionales de la salud
- pskarofernandez
- 30 sept
- 2 Min. de lectura
En nuestra publicación anterior, Karolina Fernández —fundadora de Quila— nos compartía una cifra que sigue resonando: menos de un tercio de los profesionales de la salud que enfrentan condiciones de salud mental solicitan ayuda. ¿Por qué? El estigma social, el deber moral y el temor a las consecuencias profesionales siguen siendo barreras silenciosas, pero poderosas.

Hoy queremos ir más allá. Porque el sufrimiento de quienes cuidan no puede seguir siendo leído como una falla individual. Es hora de mirar el modelo que lo reproduce.
El modelo biomédico: cuando el déficit eclipsa los recursos
El malestar en los equipos clínicos —que en muchos casos se manifiesta como cuadros complejos, de largo tratamiento y profundo impacto— no surge en el vacío. Tiene raíces en un modelo biomédico que, históricamente, ha centrado sus diagnósticos y tratamientos en el déficit. Este enfoque ignora los recursos, resistencias y respuestas que las personas —incluidos los profesionales de la salud— han desarrollado frente al sufrimiento ajeno y la adversidad institucional.
Así, las atenciones en salud tienden a fragmentar identidades, patologizar narrativas y reducir a los sujetos a sus síntomas. Modelos contemporáneos como la terapia centrada en soluciones o la terapia narrativa nos invitan a recuperar las “historias preferidas” de las personas: aquellas que revelan sus capacidades, vínculos y valores.
“La persona no es el problema; el problema es el problema”
Esta frase de Michael White —trabajador social, terapeuta familiar y creador de la terapia
narrativa— nos ofrece una clave crítica. El modelo biomédico no solo se enfoca en el déficit, sino que lo personaliza. Así, convierte el malestar en una falla individual, invisibilizando las condiciones institucionales, culturales y económicas que lo provocan.
El resultado: profesionales que ocultan su sufrimiento, avergonzados por lo que perciben como debilidad, cuando en realidad están manifestando una respuesta esperable —y profundamente humana— a un entorno que no cuida.
En conclusión, reconocer que el malestar no es un problema individual sino estructural es el primer paso hacia una transformación ética. En Quila, creemos que cuidar a quienes cuidan requiere revisar los modelos que los forman, los sistemas que los emplean y las narrativas que los definen.
Porque dignificar al profesional de la salud no es solo una tarea clínica: es una responsabilidad cultural.
Equipo Quila
Catalina Jara
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